viernes, enero 12, 2007

Carta abierta al interior de Chile

Patricio Manns
a Miguel Enríquez Espinosa,
secretario general del MIR,
caído en combate el 5 de octubre de 1974.

Por un talud abierto en la pared
te está mirando el ojo de tu pueblo
para saber
si eres aquel
que empuñará las armas de Miguel.

En el bosque se elevan las primeras cenizas,
los volcanes crujientes amontonan el fuego,
con furor se preparan los futuros puñales
y en la calle la sangre de los muertos estalla
pintando en las murallas una orden,
por eso:

Hay que preparar diez mil montañas,
encender el llano en llamaradas,
herir las esquinas ciudadanas
y fundar el día en el país,
camaradas.

En la unidad del viento está el motor
que mueve la carroza del molino.
En la unidad del agua va
la fuerza que alza en fiebre al huracán.

El trigal es más bello cuando suma la espiga.
Los hielos no perforan el conjunto del monte.
El torrente arremete como un toro furioso
porque en brusco alarido multiplica la espuma;
y así todo es tan claro de enseñanza,
por eso:

Hay que preparar diez mil montañas,
encender el llano en llamaradas,
herir las esquinas ciudadanas
y fundar el día en el país,
camaradas.

El timonel no sólo escrutará
de noche el mar: tendrá que adivinarlo.
Inmemorial
el barco irá
bajo esa mano que abre el temporal.

Pero no hace de mandos ni timón quien no busca
la victoria profunda que despierte a la raza,
quien no estudia la dura proclama de la pólvora,
quien no junta su pecho con el pecho del pueblo,
quien no encuentra en la lucha sus razones,
por eso:

Hay que preparar diez mil montañas,
encender el llano en llamaradas,
herir las esquinas ciudadanas
y fundar el día en el país,
camaradas.

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