miércoles, diciembre 06, 2006

Un necesario seppuku

Maldigo el día en que te conocí
pues todo brilló,
alcancé la plenitud
de quien sabe quien,
donde,
y cuando,
y como,
-aunque luego no supe
donde,
cuando
ni como-
Pero tu sortilegio
impidió el no saber quien.
Maldito ese día, pues luego la noche negra,
y la noche y su oscuridad mas negras y amargas son
cuanto mas luz se ha visto;
Y es por eso que ni puedo odiarte, ni amarte, amor.
Solo puedo saber que existes
solo puedo soñar que existes
solo puedo dudar que existo
solo puedo añorar que existo
sin ti;
mas no puedo,
aunque me esconda en sonrisas, gestos y alegrías,
aunque -muy bien, y ud.?- y la cocina,
aunque Silvio y los profetas desarmados,
aunque Guevara y el éxito del deber,
aunque -y sobre todo- ellos sean, a pesar de mi,
aunque no sean por mi pesar,
aunque las cuevas y los laberintos de papel,
no puedo
no puedo olvidar,
no logro evitar recordarte,
no logro dejar de intentar alcanzarte,
quimera, una y mil veces reinventada,
siempre presente verduga de mi anhelo...