lunes, enero 29, 2007

El Problema

Silvio Rodríguez

El problema no es
si te buscas o no más problemas
El problema no es
ser capaz de volver a empezar
El problema no es
vivir demostrando
a uno que te exige
y anda mendigando
El problema no es
repetir el ayer
como fórmula para salvarse.
El problema no es jugar a darse
El problema no es de ocasión
El problema señor
sigue siendo sembrar amor.

El problema no es
de quien vino y se fue o viceversa
El problema no es
de los niños que ostentan papás
El problema no es
de quien saca cuenta y recuenta
y a su bolsillo
suma lo que resta
El problema no es de la moda mundial
ni de que haya tan mala memoria
El problema no queda en la gloria
ni en que falten tesón y sudor
El problema señor
sigue siendo sembrar amor

El problema no es
despeñarse en abismos de ensueño
porque hoy no llegó
al futuro sangrado de ayer
El problema no es
que el tiempo sentencie extravío
cuando hay juventudes
soñando desvíos
El problema no es
darle un hacha al dolor
y hacer leña con todo y la palma
El problema vital es el alma
El problema es de resurrección
El problema señor
será siempre
sembrar amor.

miércoles, enero 24, 2007

ES TIEMPO DE MORIR

de una militante de la Juventud Guevarista a la Juventud Guevarista

Miraras a los ojos turbios del pasado
ahora, antes que sea tarde.
Con la mirada histórica;
de penas desoídas,
de orgullos derribados,
de miserias malditas,
de lágrimas cansadas,
de hambres no satisfechas,
de cristos sangrantes sobre las barricadas,
de afrentas dolorosas
de muertes humillantes
(¡Que rebeldía virgen, de odio tierno y terrible te subirá por las entrañas!)
con las pupilas aceradas de rencor,
cargaras la valija de culpas y castigos
sobre tus hombros,
despacito...
Tomaras cualquier arma de un calibre cualquiera
si es posible
de fuego,
gruesa y breve,
y oprimirás el gatillo dulcemente,
sin detenerte a pensarlo demasiado;
sin olvidar que la detonación,
es un desafío martirizado,
una advertencia firme,
recordando que la bala,
es una lágrima certera,
una palabra no escuchada.
No sentirás remordimientos:
ellos no lo merecen.
Si te impresiona su sangre derramada,
recordaras la nuestra,
largamente olvidada...
Y cuando el futuro,
te dedique una bala con tu nombre,
no dudaras en aceptarla
como una decisión incuestionable,
y no iras a decirme
que no te lo advertí:
"EN UNA REVOLUCION SE TRIUNFA O SE MUERE"
CHE
Diana Diez de Rentani (Griselda)
Militante de la Juventud Guevarista del PRT-ERP,
Detenida-Desaparecida el 8/3/77 junto con su compañero Luis Rentani.
Diana tenía 19 años, Luis 22. Estaban casados. Luis trabajaba en Propulsora Siderúrgica (Grupo Techint) y Diana era ama de casa. Tenían un hijo chiquito.

Elegía al hombre que no supo de querer

A quien me sabe en su búsqueda

Es extraño que quien construye mi cariño y quien simbolizaba su inexistencia lleven el mismo nombre, de aquí una reflexión: la dialéctica existe.

(Una sola caricia fueron sus ojos,
una sola insurreción de mi piel ante su voz,
su sonrisa tendió la mano a la mía,
despacito,
natural,
fue el descubrimiento de su piel,
y su cariño, ganando el mío.)

Por oscuros, derrotantes, derroteros,
resbalaba mi bota en la cornisa,
viajero con dolor en la camisa
de encuentros (dolores) siempre muertos.

Ternura de sus manos, de quien pudo
ir llevando al jaque-mate de mi suerte
viajera, fronteriza, ya mi muerte
no duele, es vida tras tu escudo.

Enseñaste lo joven, lo sencilla,
que luce la dulzura verdadera,
encendida en mi pecho hay una hoguera
que arde, llama limpia, sin ceniza.

Encontrarte era parte del deber,
del guerrero que lucha por la vida,
y obligas a componer esta elegía
al hombre que no supo de querer.

viernes, enero 12, 2007

Carta abierta al interior de Chile

Patricio Manns
a Miguel Enríquez Espinosa,
secretario general del MIR,
caído en combate el 5 de octubre de 1974.

Por un talud abierto en la pared
te está mirando el ojo de tu pueblo
para saber
si eres aquel
que empuñará las armas de Miguel.

En el bosque se elevan las primeras cenizas,
los volcanes crujientes amontonan el fuego,
con furor se preparan los futuros puñales
y en la calle la sangre de los muertos estalla
pintando en las murallas una orden,
por eso:

Hay que preparar diez mil montañas,
encender el llano en llamaradas,
herir las esquinas ciudadanas
y fundar el día en el país,
camaradas.

En la unidad del viento está el motor
que mueve la carroza del molino.
En la unidad del agua va
la fuerza que alza en fiebre al huracán.

El trigal es más bello cuando suma la espiga.
Los hielos no perforan el conjunto del monte.
El torrente arremete como un toro furioso
porque en brusco alarido multiplica la espuma;
y así todo es tan claro de enseñanza,
por eso:

Hay que preparar diez mil montañas,
encender el llano en llamaradas,
herir las esquinas ciudadanas
y fundar el día en el país,
camaradas.

El timonel no sólo escrutará
de noche el mar: tendrá que adivinarlo.
Inmemorial
el barco irá
bajo esa mano que abre el temporal.

Pero no hace de mandos ni timón quien no busca
la victoria profunda que despierte a la raza,
quien no estudia la dura proclama de la pólvora,
quien no junta su pecho con el pecho del pueblo,
quien no encuentra en la lucha sus razones,
por eso:

Hay que preparar diez mil montañas,
encender el llano en llamaradas,
herir las esquinas ciudadanas
y fundar el día en el país,
camaradas.

viernes, enero 05, 2007

El Ruego


Gabriela Mistral

Señor, tú sabes cómo, con encendido brío,
por los seres extraños mi palabra te invoca.
Vengo ahora a pedirte por uno que era mío,
mi vaso de frescura, el panal de mi boca,

cal de mis huesos, dulce razón de la jornada,
gorjeo de mi oído, ceñidor de mi veste.
Me cuido hasta de aquellos en que no puse nada;
¡no tengas ojo torvo si te pido por éste!

Te digo que era bueno, te digo que tenía
el corazón entero a flor de pecho, que era
suave de índole, franco como la luz del día,
henchido de milagro como la primavera.

Me replicas, severo, que es de plegaria indigno
el que no untó de preces sus dos labios febriles,
y se fue aquella tarde sin esperar tu signo,
trazándose las sienes como vasos sutiles.

Pero yo, mi Señor, te arguyo que he tocado,
de la misma manera que el nardo de su frente,
todo su corazón dulce y atormentado
¡y tenía la seda del capullo naciente!

¿Que fue cruel? Olvidas, Señor, que le quería,
Y él sabía suya la entraña que llagaba.
¿Que enturbió para siempre mis linfas de alegría?
¡No importa! Tú comprende: ¡yo le amaba, le amaba!

Y amar (bien sabes de eso) es amargo ejercicio;
un mantener los párpados de lágrimas mojados,
un refrescar de besos las trenzas del cilicio
conservando, bajo ellas, los ojos extasiados.

El hierro que taladra tiene un gustoso frío,
cuando abre, cual gavillas, las carnes amorosas.
Y la cruz (Tú te acuerdas ¡oh Rey de los judíos!)
se lleva con blandura, como un gajo de rosas.

Aquí me estoy, Señor, con la cara caída
sobre el polvo, parlándote un crepúsculo entero,
o todos los crepúsculos a que alcance la vida,
si tardas en decirme la palabra que espero.

Fatigaré tu oído de preces y sollozos,
lamiendo, lebrel tímido, los bordes de tu manto,
y ni pueden huirme tus ojos amorosos
ni esquivar tu pie el riego caliente de mi llanto.

¡Di el perdón, dilo al fin! Va a esparcir en el viento
la palabra el perfume, de cien pomos de olores
al vaciarse; toda agua será deslumbramiento;
el yermo echará flor y el guijarro esplendores.

Se mojarán los ojos oscuros de las fieras,
y, comprendiendo, el monte que de piedra forjaste
llorará por los párpados blancos de sus neveras:
¡toda la tierra tuya sabrá que perdonaste!

La vida en espiral (portugués)

Este es un hermoso verso de Patricio Manns (www.manns.cl)

O amor é um orgasmo entre duas lágrimas
A lágrima é um lago rodeado de estertores
O estertor é um vulcão de vento
O vento é o caminho dos cantos
O canto é um mistério da boca
A boca é um abismo antes do peito
O peito é outro abismo entre dois sangues
O sangue é o motor que nutre o ato
O ato é uma dança contra o tempo
O tempo é o que mede espaços até então não numerados
A cabeça é um nó sobre o pescoço
O pescoço é como um istmo entre duas selvas
A selva é o ancestral do deserto
O deserto é um corpo já bebido
Beber não apaga o fogo na consciência
A consciência é outro relógio de areia
A areia faz do cactos um rei antigo
O antigo nos modela como a uma criança
Uma criança é o passado dos corpos
E o corpo é um combate que se perde
A vida é um espaço exato entre duas mortes
A morte é um espaço exato entre dois fogos
O fogo é um espaço exato entre dois frios
O frio é uma chama abaixo de zero
O zero é o silêncio antes do número
O número é o verbo matemático
A matemática é o calculo da realidade
A realidade é o único incrível
O incrível é o que não podemos
E o que não podemos é o que queremos.

(Traducción: Thiago de Mello)