domingo, agosto 05, 2007

SUEÑO DE UN (DESPIERTO) ATARDECER DE INVIERNO

Sueño de un (despierto) atardecer de invierno

Por: el Negro

Entre apuntes, tan aburridos como innecesarios, pica una cicatriz a la hora que mi sueño se desvela en la penumbra. Otra luz es la que viene, las nubes protegen de nosotros, suavemente, como si no quisiéramos que los últimos bríos del atardecer nos empapen la piel y quemen por fin la gris rutina.

Sueño

Sueño yo y en el sueño veo una espalda frente a mis narices. Unos hombros pequeñitos que tienen por dueña a una tal que me desvela algo más que noches y madrugadas. Sus hombros son donde la rebeldía de su cabello se permite un descanso, curvándose ahí mismo, como sin querer forzar su figura.

Es agosto, y sin embargo el frío no quepa en mí.

Mis manos se atreven a correr sus cabellos, como excusándose y buscándose y buscando confundirse con su piel. Justo el cuello quedó a la vista y … ¡Zas! Allí dieron a parar mis dedos, creando dibujares tan dispares que no quepan en un movimiento programado.

Hablo conmigo y me digo: ¿¡otra vez!?, ¿nunca cesaré en esta búsqueda? ¿Qué tendrá por final este atardecer? Claro, ya se, como en tantos otros: a ningún lado… Pero ¡que va! Si ya estoy en el baile, nada cuesta seguir…

Claro, lo que olvido en este sueño es que: en los sueños, los sueños se cumplen. Y también que las cicatrices no cierran cuando honda es la herida.

Suspiro, sus poros insurrectos son acompañados por las yemas de mis dedos, que rozan, tocan, acarician, gimen y exigen continuarse por largo rato. Baja el palpar del delicado cuello para tener por destino sus hombros, esos que ya anegados de dulzura responden a mis manos, como si quisieran decir te quiero, o al menos, mostrando cierto gusto y por tanto, compartir ese dolor, que es prohibición y lujuria a la vez.

Recorro con mis ojos, lo que por prudencia en cuestiones de táctica y estrategia, aun no recorren mis manos,… recorro con mis manos lo que aun, por las mismas poderosas razones, aun no llegan a recorrer mis labios…

La luna quita al sol de la ventana, recordandole que ella es mas idónea para espiar estas situaciones, pues cuando los bombillos arden por la noche, mejor ve la luna que el sol, lo que sucede y se crea en cuartos urbanos con ventanas al oeste.

El sueño esta en su cumbre, nada mejor que la caricia para un corazón herido, pero si la caricia era al principio un dulce, será luego una obsesión casi viciosa…

Un corazón herido, que por herido no es menos dócil, sino que mas, porque sabe a que sabe el querer, también le teme, pero lo aguarda y anhela, como se aguardan y anhelan los que se quieren.

Entonces estamos en lo mejor del sueño, pues como dice un compañero que vive luego de cruzar el charco, es claro que lo mejor no es la caricia en sí misma, sino su continuación.

Llegan mis dedos a descubrir sus orejas, cubiertas por el cabello que con celo las protegía. Y nuevamente mis labios, mis dientes y lengua, son quienes quieren estar allí mas que mis dedos, aunque no esta mal, y es cuando casi se me escapa lo que dice otro compañero, que mas bien vive al sudeste del noroeste, o sea ahí por Chiapas, pero por suerte salió para dentro mío eso del Arrrroz con leche!

Y veo como que se le gira el cuello, no mucho, pero si un poquito, y se viene para el lado de mi mano, pero gira como hacia arriba también… y como que mis dedos se aventuran a su cara… y su mejilla se me brinda entera, como pradera virgen y recorro, hacia su mentón viaja esta mano que ya se esta deslizando con su cuello.

Y siento que ahora si, que no es lo mismo de siempre, que esta vez es otra cosa, pero no piensan ya mis manos, ni nada… estoy inmóvil y no, porque bien que mi mano sigue en ella, pero como que se bloquea ese pensar y creo que ahí toma el comando otro mando, que no es el que piensa, sino el que siente, quiero decir ese que habita abajo y a la izquierda.

Y veo con sus ojos, sus ojos que miran el mirar de los míos, como se va acomodando su cara, y sus hombros, y su figura, y sus senos que amenazan pues ya apuntan a mi pecho. Y en eso, ya bloqueado, es ella la del contraataque, es ella con sus manos, sus manos con sus yemas quienes toman mi rostro y sus labios, son sus labios y su suave boca la que acariciando los míos y la mía me incitan a imitar tan dulce acto, a construir el culto del deseo.

Mis manos se encuentran con su pelo, recorren su costado hacia esa espalda espalda que, ya reclinado aprieto contra mi pecho, sin dejar de besarla, y –ella- sin dejar de besarme, en un abrazo que se acaba cuando al fin se corta el sueño…

Despierto, ha pasado casi media hora desde que comencé a soñar abandonando mis papeles…

Ufff… que sueño, hermanito! Pero que lástima que no siguió, pues estaba bien lindo cuando: ¡zas! y justo se corta… y bien lindo hubiese estado continuarlo, unos minutos, o segundos, al menos unas horitas con esa dama, que merece toda una vida para ella… pues hay gentes que son gentes especiales, y esa, la del sueño, no bastaba con quererla como se quieren algunas gentes… esa mujer es para querer, pero para quererla toda una vida, y con ella confundirse y en ella realizarse.